Meditar, el camino hacia la salud

Todos conocemos el poder de nuestra mente sobre nuestro cuerpo, no en vano, el llamado «efecto placebo» funciona, aunque aún no se conozca en profundidad cómo. También sabemos, o al menos lo hemos oído o leído alguna vez, que la meditación es beneficiosa para el espíritu. Los humanos llevan practicándola cientos de años, bien en relación con propósitos religiosos o – simplemente – para acallar la mente. Pues bien, estudios recientes han encontrado que, además de los beneficios para nuestro espíritu, practicar regularmente estas técnicas provoca cambios a nivel celular en nuestro cuerpo y mejora nuestra salud.

Ya en 2011, un equipo de psiquiatras liderado por Britta Hölzel, del Hospital General de Massachusetts, llevó a cabo el primer estudio sobre cómo afecta la meditación al cerebro. Los resultados mostraron que, tras un periodo de ocho semanas de practicar meditación, los participantes en el estudio habían sufrido cambios en el cerebro. Concretamente, un aumento en la densidad de la materia gris en el hipocampo, zona implicada en el aprendizaje y la memoria, y en estructuras  asociadas con la empatía, la autoconciencia y la introspección. Además de un descenso en la materia gris en la amígdala cerebral, relacionado con una disminución del estrés.

 

Actividad cerebral durante meditación. Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

Actividad cerebral durante meditación. Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.

Desde entonces, se han llevado a cabo otros estudios que han profundizado en otras líneas y cuyos resultados han mostrado que – realmente – esos cambios se producen. A principios de este mes, se ha publicado en la revista Cancer un trabajo que evidencia que la meditación puede modificar las células. El estudio se ha llevado a cabo con 88 personas que han padecido cáncer de mama, al menos  tres meses antes de participar.

Los resultados han sido sorprendentes, en palabras de Linda Carlson, autora principal del trabajo. Los investigadores han encontrado que los telómeros de los participantes mantienen su longitud, mientras que los del grupo de control se acortan. Para llevar a cabo este experimento, se realizaron técnicas de meditación y de asistencia a grupos de apoyo, en los que los participantes narraban sus sentimientos y los compartían con los otros.

Este es sólo el principio, aún hay que investigar mucho para conocer cómo aplicar esto a la mejora general o particular de la salud. Pero, estamos en el camino.

Parece claro aquello de «mens sana in corpore sano».

Fuentes:

http://www.iflscience.com/brain/how-meditation-affects-brain
http://www.iflscience.com/brain/does-mindfulness-physically-alter-cells-cancer-survivors0
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S092549271000288X

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